El pasado 15 de septiembre terminó el plazo de implementación de la ley 21.369, que regula la violencia de género, discriminación y acoso sexual en las instituciones de educación superior. Para conocer los avances alcanzados por las Universidades Estatales, conversamos con Elisa Araya, rectora de la Universidad Metropolitana de Ciencias de la Educación (UMCE).
¿Cómo se origina la creación de la ley 21.369?, ¿a qué objetivos y a qué necesidad responde? y ¿en qué momento surge?
Lo cierto y concreto es que en Chile hubo este mayo feminista el año 2018, con una serie de acciones políticas bien decididas que tuvieron, sobre todo las universitarias, en la toma de casas centrales de las universidades para visibilizar y para poner en alerta a la sociedad chilena respecto de una serie de abusos, acosos, violencia de género que se sufrían al interior de las casas de estudio.
Es bien interesante lo qué ocurre ahí y el efecto que tuvo, porque uno pensaría que en una universidad la gente es súper sensata, culta, razonable y no ocurren ni agresiones, ni violencia, ni nada, pero sí suceden, más de lo que uno quisiera y esperaría. Entonces, aparece ese mayo feminista que hace que en Chile todo el mundo estuviera hablando en su casa de algun hecho que le ocurriera en el espacio público.
Ese es un gran hito, si bien las universidades ya venían trabajando en el acoso, la violencia, por varias denuncias que se tenían al interior, pero ese un hito muy claro que lanza la idea de que hay que tener acciones, implementar oficinas de género, pero además que hay que ser mucho más sistemático. Posteriormente aparece la política de género, que es una política de convivencia, de no agresión y no acoso.
En ese mismo marco, considerando la movilización como un hito del 2018, comprendiendo perfectamente que siempre hay méritos propios al asumir un cargo ¿cree que también es parte de ese cambio cultural el hecho que usted haya asumido al año siguiente como rectora de la UMCE?
Sin duda, incluso fue parte de la campaña. Yo lo decía, este es el tiempo de las mujeres, en el sentido de que somos parte también de esa historia, la entendemos, la hemos encarnado, la hemos vivido y por tanto, tenemos algunos elementos de reflexión y respuesta que podría tener ventajas comparativas frente a un candidato hombre.
Yo lo digo particularmente en la UMCE, es una universidad pedagógica y el tema se viene discutiendo profundamente, a veces con más racionalidad, otras veces con más emocionalidad, pero está presente. No digo que una cosa o la otra sea mejor, pero está presente fuertemente sobre los temas de género, disidencias y masculinidades. Entonces creo que era un espacio importante a ocupar por una mujer.
Sin duda el mayo feminista ayudó, ahora son cinco las rectoras mujeres, somos un 1/3 del CUECH, y eso es posible porque justamente se abren estas puertas y ventanas.
¿Cómo ha ido viendo las transformaciones culturales? Especialmente en la UMCE, ¿qué espacios ha visto que se han ido desarrollando en la lucha por la igualdad y la no discrimianción en estos cuatro años?
Yo creo que estas transformaciones culturales que son muy profundas, y que tienen una cierta nota de radicalidad, en las relaciones, las interacciones más cotidianas, están hechas de avances y también de retrocesos, no es una cosa lineal.
Han habido grandes avances, ya está la ley, las oficinas, los protocolos en las universidades. La misma Agencia de Calidad ha puesto como criterio de calidad de la educación en el nivel de educación superior, el tema de género y convivencia.
Entonces ya han aparecido grandes pistas por dónde transitar y avanzar, pero también hay acciones, y una lo escucha en discursos más conservadores, que ya está bueno, que está bien, que la paridad es una cosa, en fin. Y para qué decir el resultado del plebiscito, también genera una cierta sensación de que no hay que ir tan rápido.
Es un movimiento, a veces avanza más rápido, otra vez menos, pero sin duda no hay vuelta atrás, nadie podría decir que las mujeres no tienen las capacidades para ocupar puestos relevantes o que no sea importante considerar su voz. Es importante también considerar las diferencias, por ejemplo, en términos de género, que están ahí y que son parte de la sociedad.
Esta ley tiene varios precedentes, el marco de Derechos Fundamentales de la ONU, también están los principios de Yogyakarta que abordan los derechos humanos en relación con la orientación sexual y la identidad de género entre otros marcos normativos, ¿Desde donde se construye esta ley?, ¿qué enfoque tiene esta ley en lo concreto?. Además, ¿qué cosas son necesarias para complementar o adoptar esta ley?
Es una ley que tiene un gran telón de fondo de respeto a los derechos humanos fundamentales y que es un marco bien sólido, robusto, como para afirmarla como una ley esencial para la convivencia humana en nuestra época. Pero sin duda la ley debe seguir avanzando en ámbitos de reconocimiento, reparación y de no repetición, culturalmente cuesta tanto decir que esto no se va a volver a repetir y hay que reparar el daño que se ha hecho.
Esto requiere consolidar la evolución en el pensamiento cultural y eso hay que asegurarlo en educación. Quizá el temor que puede haber es que esto implica un trabajo político e ideológico en el sentido más estricto de la palabra, hay que hacer política de género. Se debe enseñar a que uno no puede ofender al otro, y eso es a largo plazo, y yo creo que hay que insistir.
Considerando que el pasado 15 de septiembre se cerró el plazo para implementar políticas de acuerdo a la ley 21.369. ¿Cuál es el debate que han tenido ustedes desde la rectoría o desde las diversas unidades de género?, ¿qué dificultades había en el momento de poder llegar con los plazos ? y ¿con qué se enfrentaron?
Una de las falencias que tiene la ley es que justamente no viene asociada con recursos, entonces esto ha estado sujeta a la buena voluntad de la universidad en términos financieros y administrativos para generar los espacios de recursos humanos y de recursos económicos, y poder concretar las las oficinas de género, los profesionales que van a hacer la contención psicosocial.
En el caso de la UMCE, ¿cuál es el enfoque para desarrollar y transversalizar la igualdad de género y no discrimianción en la educación superior?
Nosotros hemos realizado un diagnóstico, se conversó con actores clave, por ejemplo, en las mallas de formación inicial docente en las cuales se han innovado, se hizo una revisión sobre la presencia de la perspectiva de género en algunas de ellas. Se ha ido recogiendo información y hemos ido transversalizando algunas de esas decisiones.
Son cosas que en algunos casos parecen simbólicas, pero son importantes, como es considerar que la bibliografía de los cursos sea paritaria, que hayan menciones de mujeres científicas, en algunas carreras es más difícil que en otras. Por ejemplo, en pedagogía en educación física, es una carrera que tiene dos código, es la misma malla, pero se aseguran cupos de ingreso para mujeres, las cuales estadísticamente estudian menos educación física que los hombres.
Esas cosas han ido pasando al interior de la universidad, todavía es insuficiente, por supuesto. Nuestro modelo sociocrítico recoge la perspectiva de género y lo hace a través de un minor que todavía es voluntario para los estudiantes, pero ofrece cursos sobre teoría de género, masculinidades, distintos ramos que responden a transversalizar en el currículum de formación inicial esta mirada que está implicada en la ley.
Con respecto al, de mediano a largo plazo, ¿qué visión tiene sobre lo que se viene? ¿cuales son los desafíos pendientes?
Un desafío es que esta ley, estas perspectivas, sean una buena noticia para todos y todas, que sea una buena noticia para la humanidad. También creo que el abordaje, por ejemplo, de los distintos tipos de masculinidad, de las disidencias, es muy importante. En el fondo es que los seres humanos escojan la manera en la que quieren vivir su vida, respetuosamente, con dignidad y colaborando por el bien común.
Es un poquito ambicioso, pero si estoy al frente de una persona, no la estoy poniendo en categoría, no la estoy juzgando. A mí me gusta siempre decir que las reflexiones y acciones realizadas por los movimientos feministas son una buena noticia para la humanidad, no solamente para las mujeres. Cuando las mujeres nos preocupamos de esto, en realidad nos estamos preocupando del conjunto de la comunidad, creo que esa es una base muy importante.