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Karin Berlien: ‘’La eliminación de todas las formas de violencia requiere de transformaciones culturales’’

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En los últimos años la igualdad de género y no discrimianción se ha convertido en un aspecto fundamental a desarrollar en las instituciones de educación superior, siendo uno de los rasgos identitarios del Sistema de Universidades Estatales. Karin Berlien, encargada de la Unidad de Igualdad y Diversidad de la Universidad de Valparaíso, explica cómo las universidades del CUECH han avanzado en torno a este tema.

A nivel general, ¿cómo han avanzado las políticas de igualdad de género y no discriminación en las universidades estatales, durante la útima década?

Las temáticas de género, como siempre lo comentamos, no comienzan ahora, ya llevan varias generaciones. Son luchas que históricamente hemos ido heredando diferentes mujeres en diferentes espacios.

Acá en Chile, en términos de políticas públicas, vamos a ver que lo primero que va a impactar el Estado son los programas de mejoramiento de la gestión, que surgen a fines de la década de los 90 y que tenían que ver con introducir como una lógica ejecutiva de cumplimiento de objetivos en el Estado, donde el incentivo finalmente va a ser un incentivo económico, asociado al cumplimiento de de los objetivos de gestión propuesto una vez al año.

Dentro de este sistema de gestión una de las dimensiones fue la de género y eso fue, como te señalo, más de diez años atrás. Es importante referenciar porque parten efectivamente como desde el año 2000 en adelante, pero van a hacer visible esta dimensión.

Inicialmente esta dimensión comienza como, bueno, ¿cómo vamos a personalizar el género? entonces tenemos que incluir más mujeres, vamos a visibilizar la acciones que estamos haciendo para las mujeres versus la acción que se están haciendo para los varones. Incluir a las mujeres en el desarrollo es uno de los paradigmas que se comienza a trabajar en Chile, particularmente con el énfasis que se les va a dar a las políticas públicas.

Desde el año 2010 en adelante hay un hito que va a ser súper claro que es el mayo feminista que ocurre el año 2018, donde salen las mujeres a la calle, se toman las universidades y levantan bandera, que tienen que ver esencialmente con el derecho a no ser sexualizadas o a no recibir tratos sexistas. Entonces, más bien lo que van a demandar las mujeres a las instituciones, es revisar y generar protocolos.

¿Por qué hablo de esto del mayo feminista?, si bien no es un hecho que estuviera institucionalizado, irrumpe en la escena estudiantil, en la vida universitaria. Me acuerdo que luego de la baja de los movimientos feministas que se levantaron en su momento, las universidades levantaron muchas acciones en respuesta a ese movimiento.

Un hito relevante es la ley 21.369, que fue publicada el 15 de septiembre del 2021, y específicamente va a regular el acoso sexual, la violencia y la discriminación de género en el ámbito de la educación superior, y ahí esta va a poner un estándar bastante alto.

Es interesante también que esta ley no nace sin contexto, y el contexto justamente son las demandas de estudiantes, de académicas, que se van a organizar y van a exigir de alguna manera el estado de esta institucionalización para garantizar que los espacios, que las universidades públicas y todas las instituciones del sistema educación superior. Todos tienen que adecuarse al estándar que nos pone la ley.

Este es el contexto en el que estamos hoy día, sumado a eso, sabemos que además hay una agenda de género desde el gobierno, pero que es una agenda de género que ya se viene trasladando desde el 2000 en adelante y se ha ido complejizando. En el 2014 aparece el Ministerio de la Mujer y así el Estado lentamente ha ido profundizando en este proceso.

Esta es una historia que no comenzó ahora, por eso hay que ponerla en perspectiva, porque incluso uno puede decir esta es una historia que ya lleva un siglo aquí dando vuelta y hemos tenido períodos en que la situación hemos logrado los avances y hay otros periodos en los que hemos tenido francos retrocesos.

Como bien definió, esto es un proceso, un proceso que toma bastante tiempo. En ese sentido, ¿cómo ese proceso se mantiene a lo largo del tiempo?, no sólo por parte de la ley, sino también por parte de las universidades, ¿cómo evitar ese retroceso?

Hoy día la ley 21.369 de alguna manera nos va a obligar a ir midiendo, eso yo lo encuentro muy interesante, porque no solamente la ley nos dice que generen acciones, sino que estas acciones deben ser monitoreables y debemos ir viendo cómo vamos dando cumplimiento a las acciones que tenemos y siempre pensando en la finalidad mayor.

¿Para qué estamos haciendo estas acciones? y ¿cuál es el objetivo que tiene este proceso?, la eliminación de todas las formas de violencia basadas en género y discriminación, ese es el lema.

Ahí va a ocurrir que muchas de las acciones que estamos hoy proponiendo, que creemos que son las más adecuadas, a lo mejor van a tener un contexto donde van a funcionar y a lo mejor a lo mejor van a tener menos impacto del que desearíamos. Todavía estamos en ese proceso de aprendizaje, yo creo que las políticas públicas y el desarrollo en general de cualquier política pública tiene que ser así, dinámico, debe estar todo el tiempo revisando cuál es el impacto que genera y para atender al propósito que está convocada, por eso es que hay que ir monitoreando.

Hoy día están con estos mecanismos de los fondos concursables, todo el Estado de Chile está traspasando los fondos con este mecanismo. Nosotros podemos ser más críticos, menos críticos, señalar que ojalá hubiese un financiamiento más estable para esta línea de acción.

Ahí una de las dimensiones tiene que ver con financiar, dar garantías que estas acciones se puedan hacer y que también después se puedan hacer las evaluaciones que requerimos. Entonces habría algo así como un proceso de evaluación permanente que van a permitir el monitoreo de los objetivos que exige la ley, además, en el largo plazo seguramente van a aparecer nuevos otros financiamiento que nos van a permitir también evaluar qué es lo que está pasando.

Eso en término de gestión pública, pero yo creo que aquí lo más profundo y ahora asociado al rol de las universidades, tiene que ver porque lo que estamos esperando y lo que está detrás de esto, la eliminación de todas las formas de violencia requiere de transformaciones culturales.

Las transformaciones culturales sabemos que no tienen procesos lineales, sino que más bien vamos a ir aprendiendo de acuerdo a cómo van ocurriendo, pero también tienen una herencia que hemos ido reproduciendo. Cuando hablamos de hacer una transformación finalmente y de eliminar toda esta violencia de género, no solamente estamos hablando de la violencia física, que es la que nos parece ser más evidente.

Hay otras formas de violencia que están presentes en nuestra cultura y que muchas veces naturalizamos o las asociamos, por ejemplo, a las muestras de afecto, del amor. Por ejemplo, el trabajo doméstico no pagado, la carga de tiempo que destinamos las mujeres al cuidado de la familia, el cuidado de la familia en un sentido amplio, porque se sabe que se ha observado que las mujeres tenemos ciclos de cuidado, de verdad estamos toda la vida cuidando.

Cuando no hay dinámicas de corresponsabilidad al interior de la familia o cuando las instituciones no están preparadas para dar respuesta a estas necesidades prácticas específicas que tenemos las mujeres, vivimos formas de violencia porque luego no vamos a poder tener los mismos avances, porque naturalmente no contamos con el mismo tiempo.

Esa es la transformación cultural que hoy día es crítica, mientras eso no se genere, mientras eso no nos parezca natural, vamos a tener que estar vigilando para que esas acciones y conductas no se reproduzcan.

Para finalizar, en el marco del Sistema de Universidades Estatales, ¿por qué es importante que existan espacios articulados, que aborden la igualdad de género y no discriminación en las comunidades universitarias?

Porque las universidades somos parte, estamos situadas, no estamos fuera de los territorios. Nuestra realidad como Universidad de Valparaíso es bien particular porque acá somos una región, una comuna donde hay muchas universidades, entonces hay muchos estudiantes que llegan solamente a hacer sus estudios y su familia está en otros lugares.

Entonces también tenemos que pensar en el sistema integral, porque nosotros queremos que sus trayectorias, por ejemplo, desde la universidad hacia sus casas, sean seguras. También entendemos que muchas veces los lugares de encuentro con sus compañeros no son al interior de los recintos de la universidad, sino que sean afuera.

Y por otro lado, muchas veces las demandas, las necesidades que tienen las estudiantes no se agotan con la oferta que puede entregar la universidad. Por ejemplo, a nosotros nos encantaría tener atención psiquiátrica amplia para todo el mundo, porque sabemos hoy día que el problema de la salud mental es una problemática seria, pero eso es algo que le compete al Estado. La salud mental de la población, excede a lo que se puede hacer cargo la universidad de manera amplia.

Si podemos derivar a centros de salud pública en los casos que se requieran producto de situaciones de violencia que se han vivido al interior de la universidad. En ese sentido las universidades trabajamos de manera articulada para poder hacer este puente y generar este vínculo con el sistema de atención de salud integral, por ejemplo.

Aunque no nos relacionamos exclusivamente con lo que ofrece el Estado, también hemos ido encontrando que hay diversos colectivos, asociaciones, organizaciones, fundaciones, con las que es interesante vincularnos.

Nosotors hicimos un convenio el año pasado con la Fundación Iguales y dentro de ese convenio hay acciones específicas para generar posibilidades de trabajo para las personas que sean de la comunidad LGTBIQ, que sabemos que tienen más dificultades, viven más discriminación, no solamente en los diferentes espacios públicos, sino que también esa discriminación se traslada el punto laboral. Entonces esa alianza es muy interesante porque permite ayudar a quienes se identifican como parte de esa comunidad, a tener lugares más seguros para las prácticas y para el futuro trabajo.

Nosotros como universidades somos parte del Estado porque somos un actor más dentro de toda esta red pública. En ese sentido, no solamente nos vinculamos para demandar, sino que también para ofrecer, por ejemplo, acompañamos a los servicios de salud en capacitación, a los servicios de educación, y como te señalaba, nosotros también generamos nuestros convenios, tienen esta reciprocidad. Entonces, así como nos ayudan, nosotros también colaboramos y es importante que así sea, porque nuestra vida es mucho más grande que lo acontecido en los espacios de estudio y trabajo, y cuando agregamos una mirada integral para procesar la violencia, debemos llevarla a todos los otros espacios de la vida.